"¡Juventud! He
ahí el grito de batalla de la campaña política que se me invita a iniciar. Los
jóvenes, ha dicho Disraelí, son los depositarios de la posteridad. Me dirijo a
ellos, a los que visten el traje del estudiante o del trabajador, a los que
cubren sus pechos juveniles con el honroso uniforme de la Patria, o a los que,
apartados en la Selva o el Altiplano, llevan todavía en sus hombros los
vistosos tejidos ancestrales. Me dirijo a ellos, y por su intermedio a la
ciudadanía entera, para decirles que si me requieren en la hora de la lucha me
encontrarán a su lado, compartiendo su fervor y viviendo su esperanza.
Buscamos el
establecimiento de un gobierno de orden, pero de orden institucional; de un
régimen fuerte, pero de fortaleza que se base en la legitimidad de su sustento.
No entendemos por "orden" un estado de permanente emergencia en que
las garantías individuales estén permanentemente amenazadas ni por
"gobierno" un arma para combatir al adversario político, sino un
escudo para defender la Constitución y los derechos ciudadanos. De ahí nuestra
disconformidad con los métodos que se han venido empleando en los últimos años
y nuestra convicción de que el próximo régimen debe significar una efectiva
renovación.
Un régimen legítimo,
inobjetable, requiere la participación de toda la ciudadanía en el proceso
electoral. Exige el término de odiosas persecuciones y prisiones políticas, de
las que son víctimas ciudadanos de opuestas tendencias y la rehabilitación franca
y valiente, no sólo de gran parte del electorado, sino, particularmente, de los
que habiendo sufrido prisiones, destierros y toda clase de vejámenes, en su
condición de líderes, hayan acreditado convicciones que, compartidas o no,
exhiben a propios y extraños el título de su sacrificio para reintegrarse a la
patria y disfrutar plenamente de sus derechos. Nosotros alzamos nuestra voz
contra el agravio inferido a esos compatriotas ausentes.
Porque la juventud con
la que estoy identificado, no puede admitir recortes a la libertad. Porque
busca la libertad grande, total, generosa; no la pequeña libertad fraccionada,
restringida, mezquina. No se contenta con disfrutar de ella sabiendo que no hay
satisfacción legítima en el goce de un derecho que le es negado a otros; porque
compara, como el filósofo, la Libertad con la Cruz que, entera, es un símbolo,
y partida, un pedazo de madera.
No ha arriado, no
arriará la bandera que tempranamente enarbolamos de una amnistía política
general, reclamada por todo el país, cuya postergación constituye un craso
error ya que, en todo caso, no pasará del 28 de julio, pues corresponderá
entonces al nuevo Gobierno el honor de decretarla, como al amanecer de la
República, "por la voluntad general de los pueblos...".
La ennoblecedora
presencia de la mujer en estos comicios debe marcar la reconciliación de la
familia peruana y el comienzo de una era de armonía fecunda. Y la juventud, que
llega limpia de rencores a la lucha política, que se inicia en la vida cívica
llena de esperanzas, debe ser la base de ese resurgimiento democrático.
El hecho infortunado
que muy a menudo artículos básicos de nuestra Constitución en cuanto a
ciudadanía y sufragio sean letra muerta, ha determinado que en los procesos
electorales todo el interés se concentre en pedir la restitución de su
vigencia. Tan elemental anhelo ha postergado el aleccionador debate de los
problemas nacionales. El restablecimiento del imperio pleno de la Carta Magna
tendrá la virtud de abrir ese debate y de iluminar con él el camino de los que
llegan a la función pública, porque el electorado está ciego si se limita a
elegir hombres. Debe escoger hombres e ideas, programas y objetivos.
Hay que mejorar las
condiciones de vida y consolidar la economía nacional, mediante el esfuerzo y
la austeridad. Continuar una política de nuestras obligaciones, a fin de
mantener abiertas las puertas del crédito internacional, única manera de
desarrollar aceleradamente el país. Debemos teñir de verde el arenal. Ampliar
las áreas agrícolas por medio de la irrigación, que requiere cuantiosas
inversiones, inspirándose en la relación de hombre y tierra que practicaba el
Incario. La Sierra y la Selva no deben esperar por más tiempo el impacto
decisivo y beneficioso del progreso. La comunidad agraria, sin destruir sus
hondas raíces, debe evolucionar hacia la moderna y flexible cooperativa, que
sabe atraer capitales y renovarse. Estudiando las notables mejoras
introducidas, mediante procedimientos científicos en los pastos de las zonas
nórdicas del mundo, puede reflorecer en la Puna una ganadería que ha dado
universal renombre a nuestros finísimos mas no abundantes tejidos.
Debemos delinear con
obras la carta nacional. Industrializar el país y apoyar la pequeña minería.
Dar nuevo impulso a las carreteras transcontinentales e interandinas, cuyo
carácter internacional sugiere posibles financiaciones al margen del
Presupuesto. Mediante un plan nacional debe buscarse el beneficio directo de
las clases económicamente débiles y, en particular, de la familia modesta; el
crédito barato para la vivienda y el taller debe ponerse al alcance de todos.
Hay que luchar porque se cumplan los preceptos de la gratuidad y obligatoriedad
de la enseñanza para los dos tercios de la población en edad escolar que está
privada de esos beneficios básicos, y la alfabetización de los que habiendo
pasado esa etapa viven al margen de la cultura moderna.
El chispazo de la
fuerza motriz, que no ha llegado a la mayor parte del territorio patrio, debe
iluminar el oscuro horizonte del artesano y del pequeño industrial, que aún
dependen exclusivamente de sus manos para el trabajo.
Es preciso terminar
las obras que queden inconclusas, no destruir lo ya iniciado. Seguir adelante.
Llamar a la función pública a ciudadanos honrados, patriotas y capaces, vengan
de donde vinieren.
No se me oculta cuán
duro es el camino de la lucha principista y del servicio público. Sé que un
hombre que acepta el honor y la responsabilidad de tomar un puesto de comando
debe renunciar a su propia tranquilidad, afrontar todos los riesgos y encabezar
todas las contiendas. Pero tengo el profundo convencimiento de que la vida
misma es escasa retribución al homenaje de la confianza pública.
Aunque sin merecer el
honor, yo aceptaré conscientemente la responsabilidad de la alta misión que se
me señale, en el caso de que un fuerte contingente de mis conciudadanos de
diversas ideologías favorezcan con su respaldo la cruzada pre - electoral que,
con entusiasmo y fe que me abruman, se propone iniciar el Frente Nacional de
Juventudes Democráticas, como una consulta previa a la opinión pública, directa
y legítima fuente de las candidaturas auténticas. Tan noble, espontáneo y
desinteresado procedimiento me permitirá, en caso tener éxito, asumir los
deberes de una candidatura presidencial, surgida del pueblo mismo con el que yo
aspiro a unir a los hombres más capacitados para servirlo.
Comparto, pues, los
anhelos juveniles y veo en nuestra comunidad de miras y no por cierto en mis
escasos méritos, generosamente exaltados para elevarme a la altura de su gesto,
la razón de un pedido que me honra porque me ofrece la posibilidad subyugante
de servir a la Patria y el privilegio no menos grato, de tomar en mis manos las
limpias banderas populares que la juventud me alcance..."
Fernando Belaunde
Terry (11 de marzo de 1956)
Imagen del Libro: Mensaje a Todas las Generaciones de Fernando Belaunde Terry.
Imagen del Libro: Mensaje a Todas las Generaciones de Fernando Belaunde Terry.
0 comentarios:
Publicar un comentario