"Cada vez que observo,
desde alguna altura,
un villorio peruano,
hago la misma pregunta
y obtengo la misma
enaltecedora respuesta.
Al mirar la humilde
aldea
con su pintoresco
campanario,
interrogo a mi guía:
¿quién hizo la
iglesia?
Y el guía me dice:
"el pueblo la
hizo".
Requiriéndole otra
vez, pregunto:
¿quién edificó la
escuela?
Y de nuevo contesta:
"el pueblo la
hizo".
Y al seguir la ruta
serpenteante entre los cerros,
interrogo una vez más:
¿quién abrió el
camino?
Y, nuevamente,
resonando ya en mis
oídos
como la estrofa de una
marcha triunfal,
oigo en esta frase expresiva
y elocuente
toda la historia del
Perú
de ayer y de hoy
y la profecía de
mañana:
"el pueblo lo
hizo".
El pueblo hizo el
camino, el templo y las escuelas.
El pueblo elevó la
andenería y contuvo el torrente.
Producido el sismo
recogió los escombros para restituirlos a la arquitectura.
Y cuando fue
requerido,
el pueblo dio al
soldado;
mas sin una queja
soportó el olvido.
Lo despojaron del
derecho milenario de escoger a sus hombres.
Lo humillaron
imponiéndole a sus propios regidores.
Se llevaron sus
rentas,
le quitaron sus
bienes.
pero no pudieron
arrebatarle sus tradiciones.
Y el pueblo siguió
construyendo caminos, escuelas y templos.
Es que, por fortuna,
los pequeños pueblos
del Perú
son pueblos olvidados
que no han olvidado su
historia".
Chincheros, 1956.
Fernando Belaunde
Terry.
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