viernes, 16 de febrero de 2018

Prólogo de Osmar Gonzales Alvarado, del Libro: Un Quinquenio Imborrable de Javier Díaz Orihuela


Prólogo de Osmar Gonzales Alvarado, del Libro: Un Quinquenio Imborrable de Javier Díaz Orihuela

No toda mirada al pasado puede ser romántica. Existen retrospectivas que generan dolor o irritación. Es lo que sucede con este libro de Javier Díaz Orihuela. Su mirada no es solo la del analista, sino también la del protagonista en uno de los momentos más críticos de nuestra vida constitucional desde 1980. Me refiero al primer gobierno del Partido Aprista entre 1985 y 1990, que sucedió al segundo mandato de Acción Popular (1980-1985), partido al que precisamente pertenece desde su fundación Díaz Orihuela.
Con abundante información y prosa amena, el autor nos lleva por los caminos de la historia reciente (30 años no es nada en el proceso de las sociedades), trayendo a nuestra memoria a quienes vivimos esos años, hechos y personajes, muchos de ellos ya en el olvido, aunque otros con vigencia en la vida política actual para bien o para mal. Pensando en los jóvenes, es un texto de indudable valor informativo y de pedagogía política.
La mirada que echa Díaz Orihuela a esos años no es imparcial, por el contrario, es la de un autor involucrado en las pasiones políticas que conoce desde las entrañas como se ejerce el poder. La pasión no es algo negativo, todo lo contrario, carga los puntos de vista de vehemencia y voluntad que se canalizan positivamente cuando se detiene lo que remarcaba Víctor Andrés Belaunde, un ideal. Entonces nos encontramos con que la narración del autor adquiere tonos de debate doctrinario, algo que tanto se requiere en nuestro país en la actualidad, donde las visiones sobre el país y su futuro. En este sentido, las páginas de este volumen no es la mera descripción que realiza alguien externo a los hechos, si no la de un político que conoce bien las razones y negociaciones que se procesan detrás de la aparición pública.
No es un libro de memorias, tampoco uno autobiográfico; es uno de polémica política en el que se entreteje la vida del autor con otros personajes y con hechos que el mismo contribuyo a dar forma. Y esto lo vuelve sumamente interesante; pues por momentos se pueden apreciar las estrategias y argucias de los políticos, mientras que en otros nos enteramos de las cavilaciones del personaje-autor. De esta manera, podemos observar como las grandes decisiones se liberan y toman en micro-espacios cotidianos de la vida política. Se puede decir que el libro de Díaz Orihuela es una auscultación de la política desde los niveles más pequeños y ocultos para la ciudadanía hasta los más amplios y ostensibles que pueden ser apreciados por la sociedad.
Había dicho que el autor es un involucrado en los sucesos que narra. Efectivamente, desde su condición de militante acciopopulista y senador enjuicia al gobierno del APRA, partido antagonista del acciopopulismo desde el primer momento, es decir, desde mediados de los años 50 del siglo pasado. Especialmente, Díaz Orihuela, se dedicaba a desentrañar todo lo que llevo al presidente Alan García a estatizar la banca nacional, y a explicar sus consecuencias. En medio de ese afán, ofrece información sobre los debates en el Parlamento, y resalta personajes que más allá de sus adscripciones políticas e ideológicas son parte del legado de un Congreso que extrañamos. Nombres como los de Javier Alva Orlandini, Gastón Acurio, Sandro Mariátegui, Roberto Ramírez del Villar, Carlos Malpica, Mario Polar Ugarteche, Rolando Breña, Ramiro Prialé, Armando Villanueva, Carlos Enrique Melgar, Enrique Bernales, el propio Díaz Orihuela y tantos otros, nos recuerdan que nuestro poder legislativo tuvo alguna vez brillo; brillo que ahora se echa de menos.
La trunca iniciativa de García con respecto al sistema financiero peruano fue motivo para que la opinión pública pudiera conocer e informarse sobre los modos de entender como ejercer el gobierno. No hay que olvidar que hacía solo cinco años el Perú había salido de la dictadura militar; en 1980 más precisamente, que la democracia era sumamente frágil y que su fortaleza debía provenir precisamente de las decisiones de sus gobernantes. Por el contrario, Díaz Orihuela advierte un peligro, y refiriéndose al entonces recién inaugurado gobierno aprista, lo describe con crudeza: “El accionar del Gobierno en los primeros meses fue eminentemente presidencialista, con un Congreso sumiso a los deseos exóticos del Jefe de Estado”, lo que sacudía la ya débil institucionalidad. Por su parte, los integrantes del Partido Aprista respaldaban a su líder consecuentemente con su larga historia de disciplina y acariciados por el apoyo masivo, al menos hasta que se hizo patente la peor crisis de nuestra historia.
Recordemos, como lo hace Díaz Orihuela, que García venció a Alfonso Barrantes de Izquierda Unida en las elecciones generales y que este último renunció a participar en la segunda vuelta, disposición que recién se estrenaba en 1985. Y que ese triunfo histórico despertó muchas expectativas, pues se creó una esperanza teniendo en mente las ideas reformistas que el propio Haya de la Torre esbozara en sus años primigenios. Pero tengamos en cuenta también que es la década del embate contra el Estado por parte de Sendero Luminoso, principalmente, y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
La sociedad peruana de ese entonces era muy diferente a la de hoy. Se puede decir que estaba más inclinada a reformas que a continuidades. El pensamiento neo-liberal aparecería con fuerza recién a fines de los años 80, momento que también merece la atencion de Díaz Orihuela. Sobre este terreno, la política económica heterodoxa del APRA fue ampliamente aceptada por la ciudadanía, más aun cuando en los dos primeros años de gobierno había la apariencia de prosperidad (a lo que el propio Díaz Orihuela denomino “hinchazón económica”).
El discurso de García y el ofrecimiento de construir un “futuro diferente” había calado en la mayoría de peruanos que participaron en las elecciones. Ya en el gobierno, su promesa de no pagar la deuda externa, de favorecer a las mayorías, de enfrentarse a los poderes económicos transnacionales, solidificaron su legitimidad social. Ese momento político estuvo caracterizado por una sociedad inclinada hacia la izquierda. Además, la segunda fuerza electoral era IU, respaldada por importantes movimientos sociales y culturales. No se trataba entonces solamente la lucha política sino también de un momento ideológico y cultural. Un escenario inédito en el Perú.
Como lo afirma nuestro autor, García sintió que estaba tocado por la mano de Dios y que por esa razón se autoconvenció de que siempre le iría bien, y que podía querer y hacer cualquier cosa que se le viniera en gana. Entre ellas estaba la estatización de la banca peruana, justamente. Aquí en este momento, viene lo más interesante del relato del autor. Cómo se mueven los autores ante la sorpresa del tamaño anuncio del presidente; cómo los políticos de aquel momento van dando forma a sus argumentos en favor o en contra; los conciliábulos que se realizan para legitimar o socavar la medida; hasta las tácticas dilatorias de las que echa mano la oposición en el Congreso para impedir que la ley sea sancionada. Sin dejar de mencionar cómo se revela la astucia de Prialé o de Luis Alberto Sánchez, por ejemplo, en los debates parlamentarios; las formas de García para convencer y someter a sus opositores incluso de dentro de su propio partido; la naturaleza del apoyo de los congresistas de IU en el proyecto.
En toda su línea de narración, Díaz Orihuela pasa de relator a actor, y nos trae a la memoria su propia participación en esos días agitados, reproduciendo buena parte de sus entrevistas en diarios, revistas, televisión, pero sobre todo sus intervenciones en el hemiciclo, en donde dejó clara su posición frente al gobierno aprista. Mucho de lo que dijo se corroboraría después, aunque en su momento representaba una posición minoritaria.
Sumamente interesante es observar cómo la vida peruana se convierte entonces en un escenario para la lucha de fuerzas políticas. Bajo esa perspectiva, este texto es una clase de primera mano sobre el ejercicio del poder “desde adentro”. Considero que esta es la manera más adecuada y útil de leer el libro de Díaz Orihuela: la historia seguida por medio de hechos políticos en los que los personajes no son, irrenunciablemente, sus hacedores.
La historia puede ser recordada con beneplácito o angustia, pero de cualquier modo nos ofrece lecciones. El libro que ahora comparte con nosotros Díaz Orihuela nos enseña, así como nos permite reflexionar sobre lo que ocurre cuando se ejerce el poder con irresponsabilidad. No olvidemos que luego del caótico gobierno de García vendría Alberto Fujimori como consecuencia directa de él con todo lo que ya conocemos. Re-visitar la historia nos permite de alguna manera, prevenir el futuro.
Javier Díaz Orihuela no es un improvisado en las lides de la escritura e investigación. Tiene otros libros que nos ofrecen un panorama interesante de diversos momentos de nuestra historia política (El Triunvirato de la Libertad, por ejemplo) y de sus personajes, como Fernando Belaunde Terry y Valentín Paniagua, prominentes figuras de Acción Popular, ambos presidentes del Perú. Este libro es continuidad de ese esfuerzo, y su lectura sin duda será gratificante.
Lima, diciembre del 2016
Osmar Gonzales Alvarado







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